Skip to content

¿Por qué los jóvenes cada vez fuman más?

Una de las preguntas que muchos se hacen hoy en día es: ¿por qué vemos a más jóvenes fumando, y además a edades cada vez más tempranas? La cuestión es compleja y admite muchas respuestas. ¿Es por la presión social? ¿Por el estrés al que están expuestos? ¿Por el aumento de prohibiciones que, paradójicamente, despiertan más curiosidad?

En mi caso, empecé a fumar por presión social. Con el tiempo, ese gesto se convirtió en un hábito: después de comer, al tomar una cerveza, al salir del trabajo… Al final, fumar pasó de ser un acto aislado a una rutina que acompañaba momentos cotidianos.

Creo que muchos jóvenes empiezan igual: por encajar o por no quedarse fuera del grupo. Pero poco a poco, el cigarrillo se transforma en una válvula de escape. Tras un mal día, una discusión con los padres, un examen suspendido… La nicotina ofrece una falsa sensación de alivio y relajación. El cerebro asocia cada calada con un descanso momentáneo, con una especie de pausa en medio del ruido del día a día.

Problemas como la ansiedad y la depresión, cada vez más presentes en los jóvenes, refuerzan esta dependencia. El cigarro se convierte en esa desconexión instantánea, como si el mundo se detuviera por un segundo y solo quedaras tú… y el humo.

Sin embargo, no podemos olvidar que fumar es un hábito dañino y, en muchos casos, mortal. Limitarlo con prohibiciones en terrazas o espacios públicos no es suficiente. La raíz del problema está en otro lado: en la salud mental de los adolescentes, en el estrés social y en la falta de alternativas reales para gestionar la presión.

Somos la generación del futuro y, al mismo tiempo, la que más cambios sociales está experimentando. Si queremos ser referentes para los que vienen detrás, necesitamos abrir el debate, cuidar más de nuestra salud mental y ofrecer nuevas formas de afrontar la vida sin tener que refugiarnos en el humo de un cigarrillo.